India, país de contrastes (II)

Si hay un lugar único ese es Cochín y el área que lo rodea. Desde la orilla de la playa central de Fort Kochi se pueden ver unas de las redes de pesca más tradicionales que probablemente existan mientras que mirando al frente, a lo lejos, modernas grúas gigantes trabajan en la refinería de petróleo o un crucero pasa pegado a la playa. Es interesante pasear por Fort Kochi y ver que ha sido un lugar tan codiciado por comerciantes y conquistadores. El trayecto en ferry de vuelta a Cochín desvela la razón por la que a esta zona se le llama la “Venecia de Oriente”, la sucesión de islas y el gran puerto marítimo es un conjunto precioso.

Los mercados de fruta, verdura o pescado son un contraste en sí mismo, a pesar de que normalmente no tienen muy buena apariencia, cuando te acercas  te das cuenta de que todo es más natural, las frutas y verduras no brillan como en la mayoría de nuestros supermercados, es el olor auténtico lo que atrae y no el orden o la perfección estética. El aroma de las numerosas especias que utilizan es muy característico. Además de esto, la gente se relaciona y regatea los precios haciendo uso de los llamativos billetes con la imagen de Gandhi. Ahí aprendes que el regateo es un arte y que no todo el mundo sabe hacerlo. Además de los productos, es interesante ver cómo las distintas culturas y religiones conviven en la India, gente vistiendo al estilo tradicional como los vendedores de pescado que visten el mundu (una especie de falda para hombres), los coloridos saris o simplemente vaqueros y camisa.

Rocío Moreno Ortigueira. Crónica e imágenes del sur de la India, segunda parte.